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domingo, 1 de mayo de 2011

HOMENAJE A RAFAEL LOPEZ PEDRAZA (Sta. Clara, Cuba, 21 diciembre 1940 - Caracas, Venezuela, 9 enero 2011)


 
A Valerie Heron,
amiga querida,
 e imagen de anima tanto de Rafael como mía.


            Ha muerto Rafael López Pedraza 

La noticia, como tal, no me sorprende pero no me la esperaba tan pronto. La recibo con tristeza y resignación. 
Inmediatamente comienzan a aparecer –como suele suceder en el inicio de todos los duelos- imágenes de Rafael en diferentes escenarios.  Vuelan memorias de Pánaga; de Rafael en una de sus conferencias; sentado frente a mí en una de mis sesiones de análisis con él; parado descorchando una botella de vino; en su mecedora en medio del grupo de supervisión de casos clínicos;  haciéndole un comentario a Valerie quien le contesta divertida; nuestro último encuentro.

No es fácil hablar sobre una personalidad como la de Rafael López Pedraza. Su presencia tenía el efecto de un enorme y complejo caleidoscopio de quien nunca se sabía con qué podía salir.  Tanto podía oír, con un profundo y sincero interés, alguna idea sobre algo relacionado con la psique, como desarmarnos con un evidente y amplio bostezo con el que expresaba su aburrimiento o desinterés acerca de algún tema con el que nos acercábamos entusiasmados. 
Quizás, parte de su complejidad estaba enraizada en la actitud que tenía frente a su vida, que iba de la mano de lo que constituyó su objeto de estudio y fuente de reflexión por más de 50 años: la Psique.


Rafael fue un hombre que vivió intensamente. 
En 1949, a los 29 años decide dejar su Cuba natal y mudarse a Venezuela. 
Desde su llegada a Caracas, entra en contacto con un grupo de jóvenes artistas e intelectuales entre los que se encuentran Oswaldo Vigas –quien será su amigo a lo largo de toda su vida-, Guevara Moreno, César Enríquez, Régulo Pérez, Pedro León Zapata, Cruz Diez, Jesús Soto, Guillermo Meneses, Sofía Imber, Juan Sánchez Peláez, Sergio Antillano, y el psiquiatra y analista venezolano Fernando Rísquez (quien había llegado en 1952, después de haber cursado sus estudios de postgrado en el exterior donde conoció el pensamiento psicoanalítico y junguiano, que le permitió desarrollar ideas novedosas sobre psicoterapia en Venezuela). Muchos de ellos formaban parte del Taller libre de arte donde discutían sobre las nuevas corrientes que se estaban desarrollando en el campo del arte.
 Conociendo la personalidad de López Pedraza y la locura de algunos de sus amigos de esa época, no creo exagerar al decir que éstos vínculos, en una psique aún influenciada por la velocidad natural del puer, debieron producir en él un aceleramiento que culminó con la necesidad de buscar un espacio para enlentecerse. 

Esto lo llevó, en 1962, a Londres para iniciar psicoterapia con Irene Claremont de Castillejo, una analista junguiana -de quien siempre se refería con respeto y agradecimiento- que se había formado al lado de Emma Jung y Toni Wolff
En menos de un año, impulsado por su terapeuta que lo estimula a entrar en un contacto más profundo con la psicología junguiana, decide mudarse a Zurich. 
En esa Zurich de 1963 -donde aún flotaba en el ambiente el espíritu de Jung, cuidado celosamente por sus guardianas entre las que destacaba Marie Louise Von Franz-, López comienza un proceso psicoterapéutico con el joven y brillante analista James Hillman (quien para la época contaba 37 años). 

Hillman seguía los planteamientos de Carl Meier quien fuese, al igual que Jung, un colaborador de Freud que posteriormente rompió filas con el psicoanálisis. Meier fue el autor del libro Healing Dream and Ritual : Ancient Incubation and Modern Psychotherapy (Meier,1967), que será referencia permanente en el trabajo terapéutico de López Pedraza.

            Muchas veces comentó acerca de lo duro que fueron los primeros años.  Se encontraba permanentemente confrontado con emociones intensas enraizadas en su propia naturaleza, que tendía a acelerarlo, y en sus complejidades familiares y culturales, a las que prefirió tener a raya desde el exilio de su país natal.

Pudiésemos decir que en esta Zurich, en la que permaneció por 11 años, encontró la velocidad apropiada para comenzar a registrar sus emociones y permitir que se activase el instinto de reflexión en sustitución al instinto de hacer.  Allí comenzó y se dió su verdadera psicoterapia.


            Fue en esos años, producto de reflexiones compartidas principalmente entre López Pedraza, James Hillman y Adolf Guggenbühl-Craig, en que surge la Psicología arquetipal.  
Enraizada en la psicología junguiana, esta nueva propuesta se distancia de la línea clásica -basada más en el reconocimiento de los complejos, la búsqueda del Self y del principio de individuación- al poner el foco en la naturaleza arquetipal del ser humano.  Desde esta perspectiva, se “desarma” el control ilusorio que mantiene el ego sobre nuestras vidas y nos aproximamos a una forma de vivir donde nuestra actividades, vínculos y emociones se dan guiadas por lo que pudiésemos llamar nuestra naturaleza arquetipal.
Desde este planteamiento, es la activación de nuestro nivel arquetipal –entendiendo por arquetipos los diferentes patrones naturales de comportamiento que están en estado potencial en nuestro inconsciente colectivo (Jung, 1954)- lo que nos motoriza desde necesidades muy específicas, y lo que determina tanto el escenario como los co-protagonistas que necesitamos para que el drama de nuestra vida se desarrolle. 
Esta aproximación al vivir, da sentido y coherencia a nuestro registro emocional y permite el surgimiento y mantenimiento de una sensación de “estar donde nos toca estar”, independientemente de si la vivencia es agradable o no, dolorosa o no.  Esta experiencia es lo que pudiésemos reconocer como “el contacto con nuestra alma”. 
La psicología arquetipal nos pone en contacto con nuestra raíz politeísta, donde la riqueza de la vida se da a partir de la expresión de múltiplos dioses con necesidades y exigencias diferentes. Propone la identificación de éstos diferentes patrones y el ponernos al servicio de los mismos renunciando y “sacrificando” al control y exigencias de nuestro ego.  Desde esta perspectiva, nuestro entorno se “anima”, cobra vida y, actuando por resonancia, se activa nuestro proceso interno de “hacer alma”, de reconocer nuestra propia psique y permitir el desarrollo de la misma.
Sus herramientas terapéuticas fundamentales son la amplificación de nuestras características, comportamientos y funcionamiento –utilizando como metáforas los patrones identificados en cada dios olímpico que nos proporcionan la mitología griega y el legado de los clásicos, base fundamental de nuestra cultura occidental- ; la interpretación de los sueños, que nos brinda los símbolos e imágenes donde buscamos reconocer y hacer ver cómo y hacia dónde se mueve nuestra psique; y el hacer “cultura psíquica”: reconocer los límites y formas que nos imponen nuestra biología y nuestro carácter arquetipal.  Esto permite devolverle la posibilidad a la psique de aproximarse a las formas que implícitamente la autoregulan, sostienen y la guían.
Hoy en día, gracias al trabajo editorial que inició Hillman en 1970 a través de Spring publications y a las diferentes publicaciones de Rafael López Pedraza, del propio Hillman y de seguidores de su pensamiento como Thomas Moore, la psicología arquetipal ha tenido tal difusión, que al lado de la corriente evolucionista originada en Inglaterra, y de lo que se ha dado en llamar la aproximación clásica constituye una de las formas de ver los fenómenos psicológicos con una visión de base junguiana.  (Samuels, 1990).

Rafael regresa de Europa en 1974, en compañía de su esposa Valerie Heron -también analista junguiana y compañera de sus discusiones psicológicas- y se establece en Caracas. Comienza un prolífico trabajo de reflexión que trasmite a través de sus seminarios en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (trabajo que le hizo meritorio del Doctorado Honoris causa que le otorgan en el 2010), presentaciones en congresos internacionales,  conferencias y libros, por los que termina siendo reconocido internacionalmente como una de las mentes más lúcidas en el terreno de la psicología contemporánea. 

En 1977 publica su primera obra: Hermes y sus hijos.  Para mí, este escrito representa un homenaje que hace López al dios Hermes como guía de los procesos psíquicos.  Muchas veces le oí decir: “no me cabe la menor duda que fue Hermes y sólo él quien me guió para llegar a donde estoy” (haciendo alusión a su proceso personal en Suiza).  En él también encontramos las emociones que acompañan este proceso: soledad, desesperación, angustia.  Nos dice: “Hermes es un amigo en la desesperación de nuestra soledad” (López-Pedraza, 1991).
En este libro, reconocemos los diferentes planteamientos que Rafael desarrollará a lo largo de sus otras obras, seminarios y conferencias: el reconocimiento de lo arquetipal a través de las imágenes; el respeto a nuestra naturaleza arquetipal y a sus formas; la activación emocional desde la imagen (aspecto desde el cual acuñó la célebre frase “Stick to the image”, con la que se le reconoció por muchos años); la conciencia del cuerpo como guía en nuestro proceso; la incubación psíquica y el tempo psicológico propicio para que se den los procesos; el movimiento psíquico y su importancia; el cuerpo psíquico; conciencia de muerte. (Carvallo, 2006, 2007), ( López-Pedraza, 2006).
Todas estas ideas fueron posteriormente desarrolladas y ampliadas en sus siguientes publicaciones: Ansiedad cultural (1987); Anselm Kiefer. La psicología de “Después de la catástrofe” (1998); Dionisos en exilio. Sobre la represión de la emoción y el cuerpo (2000); Sobre héroes y poetas (2002); Eros y psique. Un cuento de Apuleyo (2003); Artemisa e Hipólito: mito y tragedia (2005); 4 ensayos desde la psicoterapia (2006) y; Emociones: una lista (2008). 
En todos, además de su contenido, impresiona el don que Rafael tenía como hacedor de imágenes.
Quedaron por publicar un libro sobre Prometeo, el titán, y otro que compilaba su aproximación a la lectura de imágenes y reflexiones sobre arte y psicología a través de la obra de cuatro grandes artistas: Miguel Angel, Caravaggio, y Velásquez.

En diciembre del 2010, habiendo ya cumplido sus 90 años, sostuvimos nuestro último encuentro.  Yo estaba mudándome para Bogotá y ambos sabíamos que, lo más probable, esa sería la última vez que nos veríamos.  Durante el almuerzo, en un restaurante al que a Rafael le gustaba frecuentar, hablamos mucho sobre la muerte y, en particular, sobre su muerte.  Me comentó cómo había pensado disponer sus cosas, que lo cremarían y dónde esparcirían sus cenizas. Tenía tiempo que no soñaba un Gran sueño –me dijo. 
Sabía que para Rafael, la conciencia de muerte lo acompañaba desde hace algún tiempo.  Para él esa conciencia, en sí misma, era una emoción.
 Me hizo un comentario que me conmovió profundamente: "Ahora, a mis 90, las emociones que me acompañan son alegría y tranquilidad".  Me alegré mucho por él… pero como tantas veces… desató un tornado de emociones y reflexiones en mí.

Eduardo Carvallo
Bogotá, abril 2011


Carvallo, Eduardo. (2006).  Psicoterapia en tiempos de ansiedad.  Revista Venezolana de Psicología y los Arquetipos, No. 1 Caracas: Altolitho, C.A

Carvallo, Eduardo (2007). Cuerpo psíquico y cuerpo somático. Revista Venezolana de Psicología y los Arquetipos. No. 2. Caracas: Altolitho, C.A.

Carvallo, Eduardo (2007). Cuerpo psíquico y cuerpo somático. Recuperado en abril 10, 2011 de http://www.adepac.org/P06-55.htm

Jung, Carl G. (1954). The archetypes and the collective unconscious. Bollingen series XX. Princeton: Princeton University Press

López-Pedraza, Rafael. (1977). Hermes and his children. Dallas: Spring publications.

López-Pedraza, Rafael (1987). Ansiedad cultural. Caracas: Cromotip

López-Pedraza, Rafael (1998). Anselm Kiefer. La psicología de “Después de la catástrofe”. Caracas: Festina Lente

López-Pedraza, Rafael (2000). Dionisos en exilio. Sobre la represión de la emoción y el cuerpo. Caracas: Festina Lente

López-Pedraza, Rafael (2002) Sobre héroes y poetas Caracas: Festina Lente

López-Pedraza, Rafael (2003) Eros y psique. Un cuento de Apuleyo
Caracas: Festina Lente

López-Pedraza, Rafael (2005) Artemisa e Hipólito: mito y tragedia (2005). Caracas: Festina Lente

López-Pedraza, Rafael (2006). 4 ensayos desde la psicoterapia. Caracas: Festina Lente

López-Pedraza, Rafael (2008). Emociones: una lista. Caracas: Festina Lente

Meier, Carl A. (1967) Healing Dream and Ritual : Ancient Incubation and Modern Psychotherapy. Evanston: Northwestern University Press.

Samuels, Andrew. (1990) Jung and  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Eduardo, siento haberme enterado de la muerte de López Pedraza a través de tu nuevo blog. Lo siento mucho. Por otro lado, ENHORABUENA por el blog y gracias por el barco. Buena travesía! Besos, A

Clarissa Brillembourg dijo...

Eduardo,
qué interesante tu escrito acerca del Dr. López Pedraza. Yo lo admiré mucho. Me parece interesante lo que escribes sobre la Psicología Arquetipal y la diferencia con las otras corrientes junguianas.
Te felicito. Saludos.

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